domingo, 12 de diciembre de 2010

¿FELIZ...? NAVIDAD! y próspero anus novis (o mejor anis novus)


Dando un paseo por el centro, me he dado cuenta de que los terrícolas están locos. Es difícil no darse cuenta de que la maquinaria comercial de todo el planeta, ha puesto ya los motores a la máxima potencia. Las calles se iluminan con millones de mágicas luces led, los escaparates quieren vender toda la felicidad imaginable y una nostálgica melodía de paz y amor nos invade una vez más los corazones.

Lo más curioso es que ante una serie de estímulos en apariencia tan alegres e inocentes, puedan estar chantajeándote de una forma tan subliminal como traicionera.

Todo te lleva a imaginar ese gran momento de felicidad. Pero no es por la felicidad de ver cómo abren tus regalos... quevá! Todo lo contrario. La ansiedad comienza cuando te imaginas que NO tienes los regalos preparados para cuando el triunfal momento. ¿Acaso no hay nadie que vaya despistado todas las navidades, por la calle pensando… “¡Tengo mucha prisa por comprar pero no sé ni qué busco!”?

Yo me imagino la cara de cabreo de ese terrícola que tan ilusionado, se queda sin regalo. ¡Hay que hacer algo para evitarlo!...Y si a cambio, me cae el regalo más insospechado, absurdo e innecesario, muchas veces con connotaciones como “a ver si así te vistes un poco como YO quiero” o “he cumplido con el precio implícitamente convenido y si no te gusta, puedes cámbialo con el ticket regalo”, date por satisfecho. Siempre nos quedará el socorrido sobre con dinero: -evidente la comodidad y muy canjeable por lo que se quiera-. No negaremos que práctico sí que es.

En estas entrañables fechas es un “lo que sea” o te linchan con todo el espíritu navideño. Y eso es amor? Si le pones un lazo bonito, parecerá muuucho más amor.

En mi planeta han decretado los sabios que << En fechas señaladas los regalos recíprocamente entregados, quedan condonados (perdonados)>>. Ahorramos muchos recursos y nos limitamos a agasajar sólo a aquellos que no podrán disfrutar regalando. Cuando conoces a alguien que vive en soledad, a un niño que siente la verdadera ilusión por la navidad o a una familia que por necesidad, realmente necesita de ayuda, se comprende el verdadero porqué de los regalos. La compañía, un juguete o una simple sonrisa son los regalos que de verdad son valiosos. Aquellos regalos que no esperan nada a cambio.

En la tierra, por lo que he observado, se cumplen estas normas:

·       Los regalos, cuanto más grandes, mejor. Ande o no ande…
·       Los que se hacen regalos en Reyes al menos tienen más tiempo para envolverlos decentemente. ¿A que sí?
·       Las mujeres tienen ventaja porque aprovechan para desatar todo ese placer reprimido por comprar compulsivamente. Al dedicar más tiempo en la exploración de puntos de venta, es razonable que tengan más de donde elegir.
·       No faltar a citas importantes: Comilonas siempre mejor en familia, la cena de empresa en donde siempre se mete la pata y las míticas noches de copeteo con los amigos. Luego no se encuentra la moto, claro.
·       ¿Algún décimo habrá que jugar no? “A ver si le va a tocar a éstos y a mí no...”. Nunca olvidéis firmar el dorso de aquellos compartidos.
·       En fin de año, alguien debe ocuparse del cotillón y ante la crisis, bienvenido es, cada vez más, mi querido “amigo invisible”. Lo que no suele hacer tanta gracia es el “regalo invisible”.


Vistas las enormes diferencias, tres cuestiones importantes se me vienen a la cabeza:

1.     ¿Qué os parece eso de que decidan en mi planeta, los más sabios?
2.     Aquí cada uno es libre de regalar y hacer feliz a todo el que quiera.
3.     Sabed que no tengo intención de hacer ningún regalo a nadie.


Amigos terrícolas, preparad las tarjetas de crédito porque la cuenta atrás ya ha comenzado y seremos muy, muy culpables si no nos mostramos en sintonía con tanta paz, generosidad y amor.

No hay comentarios:

Publicar un comentario